«Historia del arte y lucha de clases», de Nicos Hadjinicolaou | Reseña

Nicos Hadjinicolaou (nacido en 1938) es un teórico de filiación marxista, originario de Salónica, Grecia. Estudió historia del arte en las universidades de Berlín, Freiberg y Múnich. Posteriormente en París, de la mano del reconocido teórico Pierre Francastel (1900-1970) profundizó sus conocimientos sobre la materia. Más recientemente estuvo activo en la Universidad de Creta. En 1973 se publicó en francés Histoire de l’Art et lutte des classes, que tuvo una amplia difusión hacia finales de la década de los setenta en virtud del atrevido planteamiento metodológico que postula.

Nicos Hadjinicolaou puede ser inscrito dentro de la corriente sociológica de la historia, o “sociología marxista del arte”. Parece que no hace una distinción entre la Historia del Arte y la Historia Social del Arte o Sociología. “Entendida como sociología del arte, Hadjinicolaou establece que el objeto de la historia del arte es el análisis y la explicación de los estilos, pero concebidos como ideología en imágenes. Este planteamiento es una de sus tesis más interesantes, porque implica una ampliación de la perspectiva de los estudios marxistas sobre el arte que se habían centrado, básicamente, en el análisis del contenido de las obras, sin considerar su forma o estilo. Si bien esto ya lo había puntualizado Hauser, Hadjinicolaou subraya el hecho de que existe una indisoluble unidad entre ambas, forma y contenido, que no debe pasarse por alto al realizar un estudio sociológico sobre arte”. [1]

El descrédito tanto de los gobiernos como de las teorías sustentados en el modelo marxista alrededor de 1990 significó, de alguna manera, que la metodología propuesta por el autor griego fuera en gran medida relegada de los estudios historiográficos. Inclusive hubo autores que la denunciaron, descalificaron y tacharan de inútil o pueril. No obstante, hacia 2019 vuelve a ser de interés, de cara al auge en ciertos círculos académicos del llamado neomarxismo, así como por el empuje de algunas epistemologías, como los estudios culturales, de género, visuales o decoloniales, para los que las categorías de Hadjinicolaou pueden ser útiles. Lo anterior llama a revisitar Historia del arte y lucha de clases del autor en comento.

 

El artista y la ideología

El hecho que sea un artista el que produce la imagen, y que este individuo sea único y particular, no debe significar un problema en el arte excepto cuando el historiador indaga detrás del mismo con el objetivo de realizar un estudio científico de la misma y así emprender un diagnóstico o explicación.

 

Definición de ideología

Hadjinicolaou define el término como “el conjunto sobredeterminado de coherencia relativa de ideologías regionales (estética, política, moral, etc.) que constituyen el “credo”, la “visión del mundo” que tiene el artista y de acuerdo con la cual vive”[2]. El autor entonces propone una mezcla de las ideas germanas de Weltanschauung, Sitz im Leben y Geist. Y explica que serán de importancia para el historiador, puesto que le permitirán reconstruir el conjunto del contexto ideológico en el que se produjo la obra.

 

La ideología de la obra es una ideología en imágenes:

El realizar dicha reconstrucción no significa encontrar “sentido” a las obras en sí, lo que se explica de dos maneras:

1. La ideología “global”: ésta es necesariamente análoga a la ideología representada en alguna de las obras del artista en particular. La ideología estética del “artista”, no puede entonces ser considerada en ningún momento como la manifestación o revelación inmediatas de la ideología de su momento.

2. La ideología latente: aún cuando el artista esté representando la ideología global en alguna de sus obras, en el plano estrictamente estético, no está precisamente consciente de la realización de la misma en su obra en particular. El artista puede tener la percepción “ideológica” del momento, pero ésta será un terreno o ámbito más del conjunto de la obra.

Siguiendo en esta vertiente, entonces no hay una correspondencia uno a uno entre la ideología político-social del artista y la ideología de una de sus obras. O poniéndolo de manera distinta: “no se debe confundir la ideología política personal de un artista, que no se deduce, por lo demás, de sus obras, o al menos no necesariamente, sino de su actividad propiamente política y de su actitud ante los acontecimientos políticos, con la ideología política de ciertas imágenes o series de imágenes políticas producidas por él”[3].

 

El artista y su origen

Ahora bien, si el origen de clase del artista, tampoco explica el “estilo” del artista, entonces no explicará de manera análoga su conciencia o compromiso de carácter político. Por el simple hecho de estar vivos, los artistas reciben influencias constantemente.

El autor nos dice también, o marca como ejemplo, la crítica del arte contemporáneo, ya que da a entender que dicha actividad es una de las formas de manifestación de la ideología: la crítica a los artistas vivos puede ser una influencia constante, máxime si la crítica contiene una impronta ideológica; o explicando de manera más amplia, es decir, está impregnada por un espíritu de parcialidad.

En este mismo apartado, Hadjinicolaou realiza una suerte de apología de la Historia del Arte, que tiene la función de explicar los fenómenos del pasado, aquellos sobre los cuales no se puede influir, mientras que la crítica actúa desde el momento presente.

 

Ideología en imágenes y clases sociales

Existe un doble aspecto que caracteriza a la ideología en general, y por lo tanto a la ideología en imágenes: lo alusivo-ilusorio. Toda imagen pertenece a una ideología en imágenes. Explíquese: la realidad es la combinación de la consciencia que tiene una clase sobre sí misma, aunada con su visión del mundo, en la imagen se realiza una alusión a esta realidad.

Empero, esta alusión va acompañada de una ilusión en lo que se refiere al lugar objetivo que ocupa tal clase, en relación con las otras y el mundo en general. Es precisamente el análisis histórico de cada ideología en imágenes lo que puede descubrir este doble aspecto alusivo-ilusorio que caracteriza la producción de imágenes en general. Este doble aspecto sería difícilmente aprehensible de utilizar la noción de estilo.[4]

 

Las clases sociales

Ninguna de las diferentes capas o fracciones sociales pueden o tienen la misma ideología en imagen: en cada momento histórico, las clases sociales deberían tener su ideología en particular, de acuerdo con la visión que cada una tenga sobre sí misma, sin embargo, el asunto es más complicado, y se puede explicar mediante los siguientes puntos:

a) Históricamente no ha sido posible que todas las clases tengan sus propias imágenes, puesto que no han estado en la posición de producirlas per se. Una vertiente de explicación podría ser que la producción de imágenes corresponde pues, ya a una ideología y a una posición social.

b) La ideología de las imágenes de las clases dominantes llega a subyugar aquellas de las clases dominadas. O sea, la lucha de clases se manifestaría en la imaginería, puesto que las dominantes monopolizan a las de inferior poder. “Esta lucha se desarrolla con más frecuencia entre las ideologías en imágenes de las capas o fracciones de la misma clase o de las clases dominantes que entre las ideologías en imágenes de las clases dominantes y de las clases dominadas”[5].

Nuestro expositor entonces nos sugiere que la idea de que la historia de la producción de imágenes equivale a la historia de las ideologías en imágenes de las clases dominantes de todas las sociedades, en todos los momentos de la historia, no es una idea descabellada, puesto que las imágenes son generalmente productos en los cuales son reconocidos los rasgos de las clases dominantes.

 

Sobre el estilo de un artista

El teórico no cree que es necesario acudir a la monografía del productor de imágenes para poder explicar la obra en sí (la historia del arte como la biografía de los artistas). La “ideología” burguesa le ha explicado al autor que existe un “estilo” para cada artista, mismo que va variando de acuerdo a su edad, avance técnico, influencia de otras corrientes, el “genio” propio del artista, etc.

En efecto, el autor no cree en la existencia de tal cosa como “el estilo de artista”, puesto que las imágenes realizadas por un solo productor no pueden ser únicamente reagrupadas en torno a la figura del “artista”. Y para explayarse mejor recurre a los ejemplos.[6]

 

I. Pintura neerlandesa

Habla de la ideología de la pintura en Holanda en el siglo XVIII, cuya ideología en imágenes divide en tres secciones:

a) “Ideología en imágenes barrocas en su manifestación holandesa”, cuyo soporte social es la corte de Hertensbosch y la gran burguesía comercial y financiera; (temas preferidos: alegorías, retratos de representación; mitología antigua).

b) “Ideología en imágenes de la burguesía holandesa del siglo XVII” (temas preferidos: retratos y pintura de género (naturalezas muertas, marinas, paisajes, etc.).

c) “Ideología en imágenes de la burguesía protestante-ascética holandesa del siglo XVII” (en este caso, el soporte social parece sobre todo la pequeña burguesía; temas preferidos: Antiguo y Nuevo Testamento, escenas “de costumbres”).

 

II. David

El pintor francés Jacques-Louis David (1748-1825). Pintor oficial de Napoleón I durante el imperio, y uno de los principales exponentes de la escuela neoclásica. Con respecto a este autor, Hadjinicolaou opina que no existe una ideología en las imágenes de éste, y para ratificarlo analiza con su metodología cuatro retratos de su autoría: El conde de Potocki, Madame Récamier y Madame Morel de Tangry y dos de sus hijas, que son retratos de representación, en estos se trata de que el hombre represente ya de por sí “algo”. Para tal efecto, debe estar equipado con algo que lo señale como representante, lo cual puede hacerse mediante el uso de ciertas prendas o accesorios: porte, estatura, gestos, semblante, atuendo, atributos, pero también ya una perceptibilidad monumental (grandeza, teatralidad). El otro ejemplo que utiliza es Marat, un retrato más bien histórico.

Resumen ideológico de dos ejemplos:

-El conde de Potocki: la ideología que representa es la de “la ideología en imágenes barrocas”: suntuosidad, la dominación del hombre sobre los elementos naturales”.

-Madame Récamier representa a una “nueva sociedad”, la burguesía nacida del golpe de Estado post 1799, un aspecto más mundano y con mayor encanto. Gracias a la belleza, a la juventud de la modelo, y al dinero del arribista marido.

El acercamiento marxista de la lucha de clases de Hadjinicolaou no mereció en lo absoluto el respaldo ni de los iconologistas y mucho menos de los formalistas. En México no parece haber tenido mayor impacto, no obstante, es una rescatable manera de confrontar la historia del arte tradicional, burguesa, con la sociológica y si bien hay postulados en extremo discutibles, puede retomarse para estudiar los fenómenos ideológicos, tan en boga hoy día.

 

 

 


[1] Argüello, Alberto, “Historia social del arte y la sociología”, en Collage, publicación cuatrimestral del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas, enero-abril, 1999, p. 24

[2] Hadjinicolaou, Nikos, Historia del Arte y lucha de clases, Ed. Siglo XXI, p. 81.

[3] Op. cit., p. 87

[4] Ibid., p. 103

[5] Ibid., p. 104

[6] El concepto clave es  “Ideología en imágenes”: por esta expresión se ha sustituido todo término que conlleve la palabra estilo.

 

Imagen de portada: Jacques-Louis David, Madame Récamier, 1800. Museo del Louvre de París, Francia. 

 


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