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Eugenio Landesio. El autorretrato de un genio de la pintura y la naturaleza

Eugenio Landesio (Italia 1810–París, 1879) no sólo fue un gran maestro de la representación del paisaje sino todo un fisonomista de la naturaleza del hombre, como lo demuestra en su Autorretrato de 1873, donde su rostro figura imponente sobre un fondo neutro.

 

Por el género pictórico al que pertenece la obra, podemos afirmar que estamos ante un ejercicio de análisis profundo que el pintor italiano ha realizado de sí mismo, a través de un riguroso pincel académico. Es un autorretrato, un busto de tres cuartos en el que la luz y el color enfatizan la expresión del artista, la cual brinda un encuentro directo con el espectador.

En medio de los tonos cálidos que envuelven la atmósfera del cuadro resalta la gran personalidad del pintor que emerge de sus ojos azules, aseveración que se acentúa por el fondo vacío y monocromático que impide cualquier distracción. Las arrugas que figuran en su frente y continúan hasta sus ojos indican la longevidad del artista. Asimismo, las largas y libres pinceladas que otorgan detalle al cabello largo y ondulado, así como a la abundante barba blanca que enmarca su rostro de piel rosada y clara, son elementos que evidencian su origen europeo y que se constatan con su firma ubicada en la esquina inferior derecha: Eugenio Landesio. Italiano Dipinse. Messico, 1873. El retrato nos permite ver la manera en que el pintor aplicaba el color por medio de manchas uniformes. Landesio no pretendía crear una ilusión de naturalidad, “su voluntad era concebir una pintura moralizante en la que se destacaran los valores y sentimientos que el mismo guardaba[1].

El papel de Landesio en México es muy importante, ya que su presencia constituye el punto de partida en la formación de una escuela mexicana de paisaje[2]. Landesio se inició como pintor de paisajes con el maestro francés Amadeo Bougeois y pronto adquirió fama entre la sociedad romana, ya que en la necesidad de mejorar la situación económica de su familia se trasladó a Roma. Fue discípulo del húngaro Károly Markó, quien era uno de los máximos representantes de la pintura llamada del paisaje histórico o bíblico entre la sociedad romana. Asimismo, Landesio estuvo muy relacionado con los círculos nazarenianos, comunidad de pintores, que tuvieron como objetivo establecerse en Roma para estudiar directamente las fuentes del arte y la cultura cristianas, a través de su pintura. Fueron llamados los nazarenos por su vestimenta y largas cabelleras[3]. En la Academia Romana de San Lucas, Landesio conoció al artista catalán Pelegrín Clavé i Roqué, (Barcelona, 1811-1880) quien en 1845 viajó a México, donde asumió el cargo de director de la Academia de San Carlos hasta 1868.

Clavé al poco tiempo de llegar a México propuso a Landesio como profesor de paisaje, perspectiva y ornato. Así, Landesio llegó a México en 1855 y desempeñó su cargo hasta 1877, fecha en que volvió a Italia[4].

Landesio enseñó a sus alumnos a observar la naturaleza que los rodeaba y a analizar los detalles de la luz, del color y de las formas para captarlos y plasmarlos en el lienzo.

El decreto del 5 de octubre de 1873 (año en que Landesio pintó su autorretrato en México) que declaró constitucionales las Leyes de Reforma, las cuales habían sido expedidas entre 1859 y 1860, por el entonces presidente de México, Benito Juárez, tal situación fue pauta para que, Eugenio renunciara a su cargo de maestro en la Academia, siendo sustituido por José María Velasco, su amigo y alumno. Asimismo, la situación política, provocó que Landesio se regresara a Italia, por haberse abstenido de protestar en contra de la Intervención Francesa debido a sus creencias religiosas, ya que parte de las estas leyes estaba destinada a infligir al clero por su intervención en la política y en la educación, y por haber ayudado con sus bienes al sometimiento de la guerra, favoreciendo a los conservadores.

El Autorretrato de Landesio recuerda al Dios Padre Creador, que está aquí representado fuera de la sociedad, reivindicando su posición como artista en defensa de la pintura. Las representaciones iconográficas del Padre Eterno siempre han estado asociadas a un hombre anciano con barba blanca y larga de semblante hermoso, majestuoso y paternal, tal como Landesio se representó en su obra con cierto idealismo.

La semejanza y composición expresiva de la imagen del pintor italiano al Dios Padre Creador, nos conduce de nuevo a los ideales de la pintura de Landesio con el círculo de los nazarenos, quien anclaba su convicción y certeza en el fervor católico, tal como lo expresó en varios escritos: “la fe ciega sólo debe tener lugar en los misterios de la religión por ser estos superiores al entendimiento humano, y por haber sido revelados por el mismo Dios, quien es el autor, principio y fin de todas las cosas; la inteligencia, virtud y poder por excelencia”[7].


Eugenio Landesio. Autorretrato. Óleo sobre tela. 1873. Museo Nacional de San Carlos. INBA

 

 

 

 


 

[1] Falcón Tatiana, Zetina Sandra, Ramírez Fausto, et. al., La materia del arte: José María Velasco y Hermenegildo Bustos. México, D.F.: Museo Nacional de Arte, INBA, junio 15-octubre 3, 2004, p. 30.

[2] El descubrimiento y la interpretación plástica del paisaje mexicano, se realizó poco después de consumada la independencia de México; cuando empezaron a llegar varios artistas europeos que, a través de una visión romántica, interpretaron en sus obras diversos lugares naturales del país, entre otros viajeros europeos se encuentran Claudio Linattii, Johan Moritz Rugendas, el Barón Gros y Daniel Tomás Egerton. Moyssén, Javier, Eugenio Landesio. Teórico y crítico de arte. México, D.F.: Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas. UNAM: vol. 8, núm. 32, 1963, p. 72.

[3] El núcleo de los nazarenos se fundó en el año de 1807 en la ciudad de Viena, el cual en gran medida se inspiró en la pintura italiana inmediatamente previa al Renacimiento. La Hermandad de San Lucas, patrón de los pintores, fundada en 1809 en Viena por alumnos de la Academia que en ese mismo año se trasladaron a Roma. Los integrantes fueron muchos, aunque destacan su fundador, Overbeck, y sus seguidores más destacados, Pforr, Carosfeld y Cornelius. Su modelo de referencia estética fue el Quattrocento, al que consideraban la pintura en su estado más puro. Para el año 1830, los pintores ya se habían separado, siguiendo cada uno su propio camino. Véase en Rosenblum, Robert y Horst Woldemar, Janson, El arte del siglo XIX. Madrid, España: Ediciones Akal, 1984, p. 97-100.

[4] Ibidem, p. 72.

[5] Nulman Magidin, Alberto. Eugenio Landesio y la historia natural. Tesis de Maestría en Historia del Arte. México, D. F.: UNAM, 2009.

[6] Preckler, Ana María, Historia del arte universal de los siglos XIX y XX, vol. 1, p. 157.

[7] Landesio, Eugenio, Excursión a la caverna de Cacahuamilpa y ascensión al cráter del Popocatépetl. Estudio introductorio de Teresa Matabuena Peláez. 2 ed. México, D.F.: Universidad Iberoamericana. Biblioteca Francisco Xavier Clavigero, 2008. p. 155.

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