
Creatividad en extinción
Las exigencias actuales de la educación formal dan pie a pensar en que estamos frente a una posible extinción de la creatividad.
El sistema de creencias con el que nos han educado dentro del núcleo familiar, social y escolar, nos ha hecho creer que existe una sólo forma de alcanzar el éxito, de ser feliz o de realizarse, asimismo, que existe una lista de logros cumplidos para considerar que lo estás haciendo bien: graduarse a cierta edad, titularse, obtener un “buen empleo”, formar una familia, lograr jubilarse, disfrutar del retiro y una pensión, etc. De tal manera que la vida de una persona se reduce a ejecutar un ciclo poco atractivo.
¿Por qué de inicio a este ciclo no le podemos llamar, AVENTURA? ¿Por qué no podemos ponerle COLOR?
Nuestro ciclo de vida es un viaje, una aventura, y cada etapa la podemos vivir agregando diferentes tonalidades de color. ¿Por qué no enseñar esto a los pequeños? La respuesta… porque nosotros no lo aprendimos.
El sistema educativo nos lleva por un camino de aprendizajes que son útiles sin dudarlo, pero en la escuela, entre mantenerte callado, bien sentado, sin correr, no moverte, atender más de una clase y hacer actividades, para después vivir casi la misma versión en casa, el niño se agota y pierde su color.
Ese bello color que resplandece producto de la vivacidad que le otorga su imaginación y que lo llevará a crear, a desarrollar su creatividad. Esos colores que registra y guarda en el archivo visual de su mente, al experimentar esa aventura que le otorga la posibilidad de crear nuevas historias, nuevos mundos, mientras va de la mano de mamá o papá camino al parque, al doctor, al mercado, a la escuela o de regreso a casa.
Un color que pocos adultos pueden presumir de haber conservado y que sobrevivió a las duras batallas de la niñez que mantiene intacta la inventiva. El color que se asoma en los ojos de un pequeño que al dibujar, cuenta historias, aunque sus trazos aún sean garabatos. El color que incluso se puede percibir en el canto de las rimas que un pequeño es capaz de crear, melodías sin sentido que provocan la risa desenfadada e hilarante ante los ojos de asombro de quien lo rodea.
El encantador color que deslumbra, al observarlo asumir personajes que gritan diálogos con euforia. El color inconfundible que otorga la satisfacción de haber construido una pieza invaluable con bloques, trastes de la cocina de casa o con las cajas de los empaques de cada producto que trajo papá del trabajo.
El color que se llena de curiosidad al tocar texturas, materiales y tener las ganas insaciables de averiguar cuál es el sabor de aquéllas pinturas que terminan por llevarse a la boca. O algo mejor, experimentar los materiales en su propio cuerpo; pintándose las uñas con los marcadores, ¡o hasta maquillarse la cara¡.
Un color, que tristemente se va extinguiendo en cada adulto que no logró rescatarlo de las garras de la rutina, de la prohibición de soñar despiertos, de verse sepultado en tareas que le darían una calificación que lo acompañará el resto de su vida, como si fuese una placa de identificación, porque en el camino de la aventura; las ventanas de su imaginación las cerraron, el goce que le brindaba la curiosidad se desvaneció y porque se le olvidó lo divertido que resulta crear.
La extinción que vive la creatividad de muchos es gracias a los rotundos NO por parte de los padres y los maestros, cuando se intentaba hacer algo diferente a lo ya establecido. Por el hecho de no hacerlo como el otro lo haría o como le está pidiendo que lo haga; ¡como si hubiese una sólo forma de hacer las cosas!.
Por tales circunstancias si llega el día en que tu creatividad se apague, ¡pide ayuda a un niño!.
Y por favor…no intentes hacer con él lo que hicieron contigo.
DEISY MATEOS SANTOS
Deisy Mateos Santos. Creadora de ImaginARTE Iniciativa enfocada en la iniciación a la educación artística con una perspectiva humanista y sensible desde la inteligencia emocional.