
Ocho obras maestras del arte manierista
A finales del Renacimiento, surgió un grupo de artistas que trataron de crear algo nuevo a costa de la belleza natural establecida por los grandes maestros. Gombrich señala que quizá este grupo, llamado los maniersitas pertenecen a los primeros artistas modernos.
Durante la segunda mitad del siglo XX todo parecía que la pintura había alcanzado la perfección, y no había nada más por hacer, sobre todo teniendo los ejemplos de Leonardo, Miguel Ángel y Rafael, quienes dominaron el arte de la pintura y el dibujo. Sin embargo, algunos artistas de las nuevas generaciones pensaron que todavía había algo más allá, algo más interesante y poco frecuente que superara las armonías convencionales. Al principio trataron de imitar las obras de los grandes maestros, pero el resultado fueron creaciones un tanto particulares, en la que los personajes aparecen menos naturales y menos perfectos. Críticos posteriores llamaron a este periodo época del manierismo.
Los manieristas exploraron otros modos de representar los mitos y las leyendas del pasado. Fue un estilo en el que las figuras aparecen constantemente con extremidades alargadas, cabezas pequeñas y posturas serpenteantes, complicadas y artificiales. A continuación mencionaremos ocho ejemplos importantes del arte manierista:
Rosso Fiorentino
El descendimiento de Cristo, 1521
Pinacoteca Comunale de Volterra
Esta magnífica obra del pintor renacentista italiano Rosso Fiorentino (1494–1540), representa El descendimiento de Cristo. Se trata de una obra manierista temprana, en la que las figuras desproporcionadas y alargadas están situadas de tal suerte que pareciese que todas estuvieran unidas por los brazos creando una cadena en movimiento. La luz de la composición, que no tiene una coherencia, así como las dramáticas y agitadas visiones de los personajes, refieren una atmósfera teatral.
Pontormo (Jacopo Carucci)
La Virgen y el Niño con San José y San Juan Bautista, ca. 1522
The Hermitage, St. Petersburg
Pontormo (1494-1557) pertenece a los primeros maestros manieristas florentinos. Este óleo en donde figuran la Virgen, el Niño, San José y San Juan Bautista, es un ejemplo claro de cómo el artista, en varias de sus obras, agrupaba a sus personajes en tumulto, como también lo hace en El descendimiento de la cruz. El cuerpo alargado y voluminoso de la Madona sobresale del conjunto por el alto contraste de colores complementarios, entre el rojo y el verde, pero que es equilibrado con la luz que emana del cuerpo del Niño. La cara de los personajes, un tanto graciosos y picarescos rompen con la solemnidad y de tristeza de la Virgen.
Parmigianino
La Madona del cuello, ca. 1534-1540
Óleo sobre tabla
Galería de los Uffizi, Florencia
Parmigianino (1503-1540) fue uno de los discípulos de Coreggio. La Madona del cuello largo, que quedó inconclusa por la muerte del artista, está muy lejos de una naturalidad y sencillez. El pintor con la finalidad de hacer la que la Virgen pareciera graciosa y elegante, le puso un cuello como el del cisne, comenta Gombrich. Asimismo, las manos delicadas y alargadas, el cuerpo del bebé, todo, incluso la columna confirman la intención del artista por crear algo diferente.
Jean de Boulogne o Giambologna
Mercurio, 1580
Bronce
Museo Nacional del Bargello, Florencia
Jean de Boulogne (1529-1608) llamado también Giambologna o Giovanni da Bologna, es el autor de esta estatua de 187 cm de altura, en la que la figura de Mercurio supera la gravedad de la materia inerte, cuya posición da la apariencia de un rápido movimiento o vuelo en el aire, casi como si estuviera flotando, pues solo una pequeña parte de su pie toca la tierra.
Tintoretto
La última cena, 1592-1594
Óleo sobre lienzo
Basílica de San Giorgio Maggiore, Venecia
Uno de los más grandes representantes de este periodo manierista es Jacopo Robusti, conocido también como Tintoretto (1518-1594). Esta última cena de Tintoretto, es un claro ejemplo de la forma en que el artista superó las composiciones y armonías tradicionales del Renacimiento al situar a Jesús y la mesa fuera del centro de la habitación. En primer plano, la pintura parece confusa y desconcertante; en lugar de una distribución clara, simétrica y ordenada, como lo hizo Leonardo en su Última cena, la obra de Tintorettto tiene lugar en una taberna o bóveda sombría, cuya escena aparece dramáticamente distorsionada, utilizando una perspectiva oblicua.
Bronzino
Alegoría del triunfo de Venus, ca. 1545
National Gallery de Londres
En esta obra del pintor italiano Bronzino (1503-1572), aparece en primer plano Venus sosteniendo la manzana de la discordia en su mano izquierda, girando su cabeza para dar un beso a Cupido. El estilo manierista de esta alegoría se aprecia inmediatamente en la composición general, en la que todos los personajes son representados de manera muy compacta en un espacio. La proporción y alargamiento de las figuras, así como su representación serpentinata delatan de nuevo el arraigo manierista del pintor.
Jean de Boulogne o Giambologna
El Rapto de las Sabinas, ca. 1582
Mármol
Loggia della Signoria, Italia
Esta imponente escultura del artista Jean de Boulogne es un claro ejemplo de la serpentinata, característica estilística del Manierismo, en el que podemos ver a tres personajes d3snudos en movimiento giratorio contorsionado, creando así una forma sinusoidal o serpentina.
Foto©Ricardo André Frantz
El Greco
La apertura del quinto sello del Apocalipsis, ca. 1608-1614
Óleo sobre lienzo
Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
La pintura de El Greco, cuyo nombre real es Domenikos Theotokopoulos (1541?-1614), sorprende siempre por su insólita modernidad. Su obra logró superar a Tintoretto en sus dramáticas y agitadas visiones. Una de sus piezas más representativas es esta escena que representa un pasaje del Apocalipsis de san Juan, quien aparece en primer plano, asimismo, vemos a las alargadas figuras de los mártires que salen de sus tumbas y claman venganza al cielo.
Referencia bibliográfica
Gombrich. La historia del arte. Phaidon. 1997
Interesante ???