
Adán y Eva (todavía). Reseña crítica
Según nos cuenta Iván Ávila Dueñas, Adán y Eva comieron del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Expulsados del paraíso, tuvieron que lidiar con otro problema: son inmortales. La inmortalidad es un castigo. El paso de los años, del tiempo en general, lleva al aburrimiento y al hastío.
Adán y Eva (todavía) (2004) es la ópera prima de Iván Ávila Dueñas (Zacatecas, 1965). Película de bajo presupuesto en la que Ávila también funge como guionista y productor. Anteriormente había realizado los cortometrajes Vocación de martirio (1999), Diminutos del calvario (2000) y Tríptico (2002). Posteriormente realizó La sangre iluminada (2007) y los largometrajes documentales Zacateco (Labor Vincit Omnia) (2010) y La mañana no comienza aquí (2014). Su primera película fue nominada a siete premios Ariel en la ocasión de 52ª entrega siendo acreedora al premio Mejor Vestuario. Junior Paulino interpreta a Adán y Diana Lein es Eva.
El principio de la cinta es una secuencia animada en stop motion, en el que se recrea la expulsión del Paraíso, después nos trasladamos a la Ciudad de México de principios del siglo XXI, en donde nos percatamos que residen Adán y Eva, la pareja primigenia, que tiene como actividad de vida la prostitución, o la promiscuidad en general.
Los personajes son complacientes, se entregan al rol que la compañera o compañero en turno les ofrezca. Son pródigos en tanto prácticas sexuales que involucran violencia como el gangbang o el BDSM. Los clientes, asimismo, padecen de otro tipo de problemas de índole psicológica y sexual. Adán es particularmente perverso, por ejemplo, no le importa copular con un cadáver. Tras cada correría, la pareja regresa a su modesto apartamento donde ambos permanecen callados, ensimismados, y debido a las largas secuencias de la cinta, se da a entender que permanecen de esta manera durante días, de hecho pueden estar en un estado catatónico durante todo el tiempo que lo deseen.
Cualquier persona que se acerca a los personajes, ya sea con fines románticos u otros, termina suicidándose. La pareja vive una rutina de sexoservicio, parranda electrónica y fashion, no obstante estar aburridos hasta el cansancio, no dejan de portar ropa trendy. Los protagonistas de Ávila Dueñas no parecen tener opciones, ni vida interior ni intereses, simplemente sucumben ante el paso del tiempo. El director enfatiza la personalidad de Adán, quien tiene talento para cocinar y vestir, mientras que Eva queda un poco más en calidad de autómata.
La cinta se caracteriza por secuencias largas, en la que se pretende que cada una sea una composición de inspiración pictórica, plena de simbolismos. El cineasta economizó en diálogos para priorizar los planos extensos, fijos y silenciosos. El silencio es usado como recurso para notar el hastío. La película transcurre lánguida, lo que aunado a lo sórdido de las imágenes puede permitir al espectador reflexionar sobre lo que acaba de ver, o desesperarse ante el lento transcurrir de este catálogo de imágenes de crueldad y desazón.
El director ha comentado que la historia no fue producida con un guion establecido, sino que se tenían las premisas y sobre la marcha se filmó. Y se nota. Una vez que quedó claro el tema del hastío y lo insoportable de la inmortalidad, la película se enfoca en crear imágenes de extensa duración que se enfocan en paisajes e interiores, con cambios fuertes entre ambientes y músicas, para mostrar después el descendimiento de Adán y Eva en un largo catálogo de perversiones.
Después de cada encuentro sexual no pasa nada. La vida de los personajes es aburrida e insignificante. En este sentido, la vacuidad de la existencia podría hacer pensar en que la muerte puede ser, más que un difícil final, una bondad ante lo inconmensurable del hastío existencial, o acaso, se podría imaginar que la cinta es una ilustración alegórica del absurdo de la pareja, de la codependencia o de la vulgaridad de los arquetipos.
Imágenes_ screenshots de la película Adán y Eva (todavía) (2004)