
Morning cleaning. Una mirada a la fotografía de Jeff Wall
Una relación emocional y de intriga se produce entre las formas de lo real y lo provocado. Líneas verticales y horizontales indican un espacio geométrico. Estamos ante la limpieza matutina de un emblemático edificio, que se realiza a diario antes de que se abra al público. Actividad que el visitante no ve y que tal vez poco le interesaría observar, pero que el artista ha querido focalizar.
Se trata de una imagen, ésta vez una transparencia sobre una caja de luz, construida a la manera de una toma fílmica que conlleva cierto valor de improvisación y que da cuenta de cómo fue experimentado el hecho. Morning cleaning es una de las obras, en la que el artista canadiense Jeff Wall (Vancouver, 1946) realizó un proceso reconstructivo de experiencias que le permiten desarrollar una libertad de recrear acontecimientos. Este proceso es el que el artista emprende en todas sus imágenes, al respecto el explica: “Hay cosas que cambian. Por ejemplo, algunos de los temas (de sus fotografías), tal vez hayan sucedido en equis lugar, pero los fotografié en otra parte. Seguido regreso al lugar donde vi todo y pienso: ‘bueno, quizá puedo trabajar aquí’; sin embargo, el sitio ya no me parece el adecuado. En el proceso de reconstrucción desarrollo una especie de libertad artística para recrear el acontecimiento”[1] el objetivo de hacer esos cambios es hacer lo que él considera una buena imagen. Wall no fotografía ningún hecho relevante o trascendente, sino que hace relevante, por el acto de fotografiarla, una acción cotidiana que pasaría inadvertida.
En el primer plano está un pilar de acero que provoca que el espectador se detenga y observe con atención la escena. Al mismo tiempo, esta barrera, desplazada un tanto más a la derecha, invita a involucrarnos en la escena e iniciar un recorrido por el lado izquierdo, aseveración que se acentúa por el tamaño de los muros y por la luz que entra en el espacio arquitectónico, pues una gran cortina roja ha sido recorrida para dar paso a la primera luz del día.
Un enorme ventanal, seccionado en líneas verticales que coinciden, en su ancho, exactamente con las medidas de la escultura que se encuentra detrás, la cual está ubicada en un extremo del estanque pequeño, en un punto donde se refleja en el agua, en el mármol y en los cristales, dando la sensación de que se multiplica en el espacio, contrastando sus formas orgánicas con la naturaleza geométrica del edificio. Esta obra es una reproducción en bronce del escultor alemán Georg Kolbe (1877 – 1947), que se titula Amanecer ubicada en Ceciliengärten de Berlín, elemento que contextualiza el tiempo del día en que fue tomada la escena. En contraste con esta figura, aparece enseguida y dentro de la sala un hombre uniformado con herramienta que indica su labor como intendente del aseo del inmueble, pues a su lado está una cubeta grande y amarilla especial para la limpieza de los vidrios. El trabajador es captado cuando se está cerciorando que el jalador junto con la extensión esté en buenas condiciones para continuar con su labor. Pues la limpieza y el orden fue un tema que a Wall le interesó bastante, como lo muestra Volunteer fotografía que el artista realizó en 1996.
El personaje juega un papel importante que se conjuga y, al mismo tiempo, se contrapone con los propósitos de la propia arquitectura del edificio moderno, el cual es una reconstrucción del Pabellón Nacional de Alemania que fue edificado para la Exposición Internacional de Barcelona, en 1929, por el arquitecto y diseñador industrial alemán Ludwig Mies van der Rohe. La Exposición supuso un gran desarrollo urbanístico para Barcelona, ya que significó la introducción en España de las corrientes de vanguardia internacionales, especialmente el racionalismo, movimiento que se originó en Europa tras la Primera Guerra Mundial, que conjuga todos los propósitos racionalizadores y funcionalistas de la arquitectura de la Revolución industrial, donde la economía reemplazó el trabajo manual por otra por la industria y la manufactura. El hombre representa el esfuerzo continuo y denodado por construir un orden social, controlar los riesgos, definir estructuras evidentes y categorías claras exentas de ambigüedad.
Morning cleaning forma parte de la esencia ideal de una modernidad en incesante lucha contra el caos. Es la necesidad de asignar a cada objeto, cada hecho o cada sujeto, una categoría social determinada, a través de imágenes asociadas a historias cotidianas, instantes de vida o espacios del entorno inmediato, a partir de temáticas constantes como la vida urbana. De esta manera, expresa el tránsito entre la realidad y la representación con carácter cinematográfico y documental. En cada escena de Wall los objetos se transforman, pues a su paso por las diferentes fases de su consumo van formando una vida que es documentable a través de las personas que han sido sus propietarios, se podría hablar de una “biografía de la cosas”. Como lo plantea Koppytof «Las sociedades restringen a ambos mundos (el de las cosas y de las personas) de forma similar y simultanea, motivo por el cual construyen objetos del mismo modo que construyen individuos».[2] Asimismo, cada imagen permite reconocer las dimensiones del objeto, a través de los hábitos colectivos e individuales de las personas que se materializan en ellos. En este sentido, en Morning Cleannig destacan las famosas Sillas Barcelona, de acero cromado y cuero, diseñadas también por Ludwig Mies van der Rohe, que se encuentran, la mayoría de ellas, sobre una enorme alfombra negra, que conforma un escenario vacío en el que el espectador tiene la posibilidad de integrarse y proyectarse dentro de la obra, en un papel que sólo que será determinado de manera particular.
Jeff Wall comenzó a interesarse por la escena artística experimental de Vancouver, aprendiendo de forma autodidacta la técnica fotográfica. Su obra ha ayudado a definir el llamado fotoconceptualismo[3], en el que se recrea la realidad, a través de la puesta en escena y de un diseño de producción que incluye actores, vestuario e iluminación. Hans Belting cita al respecto que “Wall no emplea una nueva técnica fotográfica, sino que por el contrario edita el motivo que parece describir nuestro mundo diario delante de la cámara”[4]. En la obra de Wall hay una gran parte de casualidad, sus manipulaciones son de tal alcance que sitúa al espectador en la posición de asumir que todos los elementos de la escena han sido elaborados por el artista, bien sea mediante selección o manipulación del objeto fotografiado.
Finalmente, Wall cumple con su objetivo principal, que es plantear preguntas sobre la relación que establece el espectador frente a la fotografía cuando se trata de una escena premeditadamente configurada o de un registro documental y explorar el impacto emotivo de cada uno de estos dos referentes estructurales en los espectadores y cómo buscan éstos dar crédito a la imagen y plantear una lógica para su existencia.
Imagen de portada: ©Jeff Wall. Morning cleaning.Fundación Miesvander Rohe, Barcelona,1999. Transparencia en cajadeluz. Colección del artista. Texto ©Susana Herrera Aviña
[1] MacMasters, Merry, “Jeff Wall, un fotógrafo que no toma imágenes: las experimenta” en La Jornada. Sección Cultura México, D.F.: lunes 2 de junio de 2008.
[2] Koppytof, Igor. La biografía cultural de las cosas: la mercantilización como proceso. En: La vida social de las cosas. Arjun Appadauri(ed.)p.120.
[3] El fotoconceptualismo es un movimiento artístico que surgió en Vancouver, Colombia británica (Canadá) en los años 1960 y años 1970. El término ha sido usado para describir la propuesta fotográfica de una generación de artistas entrenados en Vancouver entre ellos Jeff Wall, Rodney Graham, Ken Lum, Ian Wallace, Stan Douglas, Roy Arden, y Scott McFarland.
[4] Belting, Hans, Looking Through Duchamp’s Door: Art and Perspective en the Work of Duchamp. Sugimoto. Jeff Wall. Colonia, 2009. p. 176.
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