
La belleza y sensualidad de los desnudos de Lucas Cranach, el Viejo
El Renacimiento es un período de importantes cambios en la percepción del mundo y del ser, donde el cuerpo humano alcanza una nueva dimensión que lo convierte en protagonista de representaciones y exploraciones. La clave del arte renacentista está en el estudio de la fisonomía humana, los artistas de ese tiempo sostenían que en la descripción del cuerpo se encuentran los movimientos del alma.
Los estudios del cuerpo humano, como bien lo dice Woelfflin, es una hoja que el arte renacentista fue perfeccionando a lo largo del siglo XV y XVI. La visión artística de esa época significó un cambio fundamental en la idea que los europeos tenían con respecto a la realidad física del ser humano y las proporciones ideales. El cuerpo humano comienza a ser visualizado desde un plano más científico, en el cual se va descifrando su anatomía y sobre todo su funcionamiento interno, para así poder entender la imagen que se pretendía producir.
Los ideales renacentistas se adaptaron a las necesidades de cada uno de los territorios y conformaron su propia iconografía, en Alemania los artistas intentaron dar un toque racional a sus composiciones, con la intención de reproducir la belleza de la naturaleza y del hombre apegándose lo más posible a la realidad. Uno de los artistas que logra captar en sus creaciones estos preceptos fue Lucas Cranach, el Viejo, (1472-1553) quien a través de retratos, escenas religiosas y alegorías transmite la estética de un tiempo en que el arte exaltaba la grandeza de un Dios creador, al igual que la magnificencia de sus creaciones.
Lucas adoptó el nombre de Cranach de su ciudad natal, Kronach, ya que él, en realidad se llama Lucas Sunder o Lucas Maler. Nació en 1472, formándose como pintor en el taller familiar. Hacia 1490 viajó por el sur de Alemania, estableciéndose luego en Viena, allí frecuentó los círculos humanistas que habían surgido en torno a la Universidad. En 1505 se encuentra en Wittenberg donde fue requerido por el elector Federico el Sabio de Sajonia como pintor de corte. En 1508 el lector de Sajonia proporcionó al artista un título nobiliario con su respectivo escudo de armas, que representaba una serpiente con alas. A partir de 1509, en muchas obras Cranach dejó de firmar y simplemente colocó el monograma de la serpiente alada en las mismas.
Cranach fue, durante los más de cuarenta años que vivió en Wittemberg, el testigo y cronista brillante de esta ciudad y de su espléndida vida cortesana. Plasmando los mas diversos temas y situaciones que en ella acontecían, por lo que en su basta producción podemos apreciar escenas de cazas, banquetes, torneos, alegorías, mitos, leyendas de Santos, retratos y por supuesto desnudos.

Para quien la observación implica el tomar partido de las cosas, podemos deducir a través de sus composiciones que nuestro artista gozó vigilando divertidamente las escenas de caza, y disfrutó de los lujos de los personajes que retrataba. Cranach acusa un curioso dominio de la expresión y goza en el análisis exhaustivo de detalles que, lejos de conmover, provocan la admiración ante el realismo presentado, tanto de los personajes como de sus ricos aditamentos, quedando asentado la fidelidad a la corte, a los rostros y por supuesto, a la vida que le toca transitar.
Este artista quien fuera el protegido de los príncipes de Sajonia y menospreciado por ello, tuvo para glorificar su fama, la fortuna de crear un cuerpo femenino absolutamente diferente, Cranach pinta a sus mujeres desnudas sin pudor, disimulando la ligera carga de erotismo que se proyecta como una lección de femineidad, en algunos casos la zona del sexo aparece cubierta con un lienzo completamente transparente, cuya misión no es tapar la mencionada zona, si no ponerla aún más de relieve. Propone con una libertad claramente nueva, un tipo de mujer de torsos delgados, cabezas redondas, hombros caídos, senos incipientes, vientre tempranamente prominente, piernas largas y delgadas y un contorno que hasta cierto punto traería a la memoria cierta idea de suave deformación. Estas mujeres poseen un encanto extravagante cuya piel recuerda la de las cortesanas japonesas, quienes tienen presente que lo más importante es apartarse de la realidad y convertirse en una figura un tanto quimérica e irreal.

Bibliografía consultada:
El gran arte de la pintura: El Renacimiento. / Dir. Juan Salvat. Barcelona, Salvat, 1986. vol. 1 288 p.
La mirada que se olvida un modelo arcaico de comunicación visual (EL caso del cuadro – Adán y Eva- De Lucas Cranach). / Gloria Hernández Jiménez. México, UNAM; Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 1995. 65 p.
Lucas Cranach. Monografía./ Dora Schwarz, trad. Jesús López Pacheco. El juicio del siglo XX por Oswaldo Svanascini. Buenos Aires, CODEX, 1964. S.p. 14 p. –Pinacoteca de los Genios. La más grandiosa colección de arte del mundo no. 66.